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Visión de Duce del Parque Grande | JOSÉ ANTONIO DUCE |
Parecía que nunca iba a llegar, pero el buen tiempo se ha abalanzado repentinamente sobre nosotros. Las calles comienzan a llenarse de gente en cuanto el sol se esconde. Muchos disfrutamos de nuestro tiempo libre paseando por la ciudad, memorizando su aspecto en cada una de las estaciones.
Pisar los adoquines del Parque Grande te traslada inevitablemente a un tiempo pasado, como si de un condensador de fluzo se tratase. Una época en la que el humo y el ruido de los vehículos no entorpecían el silencioso ajetreo del día a día.
Coches de caballos, voces altas que se escapan por la ventana de una vivienda, el mercado abarrotado de una amalgama de olores, sabores y gente, mucha gente. Es curioso como unos simples pasos pueden transportar nuestra imaginación.
Por ello, déjense llevar por cada una de las baldosas de la ciudad. Arriésguense a conocer a dónde le llevan. Sigan caminando, a ver qué les depara.