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El espectáculo “La piedra de agua” del Festival del Agua ha poblado de bailarines, músicos, sirenas o equilibristas las célebres cascadas y lagos del espacio natural
Si el Monasterio de Piedra es un paraje natural lleno de magia y encanto, el Festival del Agua –organizado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón- ha multiplicado estos valores con el espectáculo “La piedra de agua”, una producción del Centro Dramático de Aragón que se lleva a cabo desde ayer martes y hasta mañana jueves.
Las célebres cascadas, grutas, vergeles y lagos habitados en su día por monjes cistercienses se han poblado ahora de bailarines, músicos, sirenas o equilibristas, entre otros personajes que sorprenden y entusiasman a los visitantes del Parque Natural.
Las representaciones se llevan a cabo de cinco a ocho de la tarde y no sólo se integran perfectamente en el entorno sino que realzan su belleza y ofrecen una nueva visión de un sitio con constante vida y evolución. En el espectáculo, dirigido por Nati Buil y Luis Bordonada, participan una veintena de artistas.
La sorpresa y el humor aguardan a los visitantes desde la misma puerta de acceso, cuando Monsieur Culbuto, un tentetieso de 320 kilos, se abalanza sobre ellos desafiando la gravedad. Y continúa con el Equipo de Natación Desincronizada (É.NA.DE), cinco bailarines ataviados con bañador, gorro, gafas y pinza de nariz, aunque siempre van por tierra, y que pueden aparecer en el sitio más insospechado.
En otros puntos fijos del recorrido se localizan el resto de las actuaciones. Por ejemplo, Ailleurs (La violonchelista de los árboles). Situada entre dos árboles, a cuatro metros de altura, en una hamaca suspendida. Allí vive una mujer que crea un mundo imaginario en torno a su violoncello. Interpreta músicas de Pau Casals o de Bach y lucha por sobrevivir en un espacio tan particular. En este caso, la representación tiene hora fija: 17,15 y 19,15, y se prolonga durante 45 minutos.
En el lago del Vergel han surgido numerosas burbujas hinchables flotantes. Un personaje especialista en fabricar pompas de jabón de todos los tamaños habita en este lugar. El público puede contemplar este “fenómeno mágico” y ver cómo acaba deslizándose por el agua metido dentro de una gran burbuja.
Cerca de allí, el “hombre de las Cavernas”, personaje que recuerda al Gollum de “El señor de los anillos”, sorprende y da más de un susto a grandes y pequeños. En la parte superior de la famosa cascada “La caprichosa”, tiene lugar la “Sinfonía glub, glub”. En un espacio resguardado vive un músico muy especial, que realiza pequeños conciertos a base de instrumentos de agua o que producen “sonidos acuáticos”.
El visitante se puede encontrar sorpresas hasta en el húmedo interior de la gruta Iris, uno de los espacios más sobrecogedores del Monasterio. Allí, un personaje se ducha y canta ópera. Más adelante, se pueden escuchar los cantos (y lamentos) de la Sirena, mujer con cola de pez que vive en tierra después de haberse escapado y tras muchos años encerrada en el medio acuático. Cuenta historias sobre los mensajes que ha ido recogiendo de las botellas del mar durante años.
En el Lago del Espejo, otro de los lugares más bellos del Parque, se desarrolla “El espejismo”. Un ser mitad humano, mitad espejo vive sobre su barca y cuenta curiosas historias referentes a su obsesión. En los árboles que rodean el lago cuelgan cien pequeños espejos que crean diferentes reflejos.
En “La piedra de agua” hay incluso actuaciones circenses. Es el caso del “Circo Shitar”, la combinación de una trapecista y equilibrista habitante de un gran árbol, que se desliza por telas y propone elegantes figuras acrobáticas, y un músico de la India que toca los instrumentos típicos de este país.
En el tronco de un árbol, los bailarines y coreógrafos alemanes Janet y Arn Müller llevan a cabo sus hipnóticos movimientos, a modo de derviches turcos pero con la lentitud y cadencia que exige el lugar.
En el Monasterio se han dispuesto además varias instalaciones fijas, como cien cubos de cinc diseminados por el suelo en un espacio amplio. Están llenos con diferentes cantidades de agua. Desde una verja, el público puede jugar a encestar piedrecitas y apreciar los diferentes sonidos que producen. Delante de la cascada “Trinidad” hay 30 sillas y un atril con partituras. Un cartel invita a los visitantes a sentarse tranquilamente y en silencio disfrutar de un auténtico concierto de agua.
El pasado martes, los aplausos y gritos de admiración se sucedieron entre el público que tuvo el privilegio de asistir al estreno de “La piedra de agua”. Pero todavía quedan dos días para ser testigo de la fantástica escenografía que ha inundado el Monasterio de Piedra.