De tapas por El Tubo en 1968

Calle de los Mártires en 1968	JOSÉ ANTONIO DUCE

El reconocido fotógrafo José Antonio Duce nos hace viajar en el tiempo más que nunca, con esta imagen de su serie sobre la Zaragoza de hace cincuenta años. La escena pertenece a una noche de diciembre, en la conocidísima zona de tapeo de la capital aragonesa, El Tubo, en 1968

El Tubo de Zaragoza es un entramado de calles muy estrechas que alberga la principal zona de tapas de la ciudad, situada en pleno casco histórico. En la imagen se puede ver la calle de Los Mártires, en su entrada desde la Plaza de España, una vía pequeña, pero muy transitada en aquellos tiempos y más en esa época del año, ya que se trata de la víspera de Navidad. Observamos a varios viandantes que pasean, compran y se toman un aperitivo, todo por un precio muy inferior al de la actualidad, como podemos distinguir en los carteles de la fotografía, en los que se anuncian bocadillos de calamares ¡¡a diez pesetas!!, es decir un céntimo y medio de euro.

Las luces festivas que decoran la calle iluminan su estrechez y acompañan al paso de los ciudadanos que, con estilos tan diferentes, pasean por un mismo lugar. Se distingue, por ejemplo, a un hombre vestido con un elegante traje y un bastón, que muy posiblemente salga del salón limpiabotas que se anuncia sobre él, así como dos elegantes señoras que caminan muy bien peinadas y vestidas mirando el escaparate del restaurante que hay a la derecha de la imagen. Como contrapunto, en el centro de la escena, tres jóvenes con tacones, faldas bastante cortas para la época y modernos recogidos de pelo.

A la derecha de la fotografía, y sentada en la puerta de un local, se encuentra la famosa cigarrera de Zaragoza, la última que desempeñó este oficio. Se llamaba Herminia, aunque le apodaron “Serafina”, por su marido. Falleció en 2011, a los 83 años de edad, 54 de los cuales estuvo vendiendo cigarrillos. Sentada en aquella silla, Serafina pudo observar por sí misma el paso del tiempo y la transformación de la zona más transitada de la ciudad, aunque con su falta la vía ha perdido una gran parte del encanto que tenía y que le otorgaba el carisma de una mujer querida por todos los zaragozanos.