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Azucarera de Aragón |
La rehabilitación de la Antigua Azucarera de Aragón permitirá que los centenarios muros de la fábrica sigan formando parte de la estampa urbana, aunque reconvertidos en espacio joven alternativo y Biblioteca Tecnológica, integrándose así en la red de centros creada por la Fundación Berstelmann, responsable del diseño interior de esta última zona cultural.
La azucarera se instaló en 1893 en una zona del Arrabal bien comunicada, sobre todo por ferrocarril, rodeada de huerta y alimentada con los caudales del río Gállego. La historia de este edificio fabril de finales del siglo XIX, habla de la suscripción pública como fórmula de financiación de la construcción. Equipada con maquinaria de la casa alemana Braunsweigische Machinenban-Austal, realizó su primera campaña productiva en el año 1894.
Desde ese momento se datan posteriores reformas o ampliaciones, en función de las necesidades de la fábrica. La primera se acometió en 1897, cuando se realizaron los principales edificios del complejo, fundamentalmente con piedra y ladrillo. Se sucedieron otras en las décadas de 1920-30 y a mediados del siglo pasado. La factoría cerró en 1960, y 44 años más tarde, el Ayuntamiento de Zaragoza adquirió el edificio de la antigua azucarera para su rehabilitación integral.
Nueva etapa
Los trabajos se realizaron según el diseño de los arquitectos Julio Clúa, Jaime Clúa y Alfonso Torres Almerge, que han concebido un nuevo espacio en el que “reescribir” la historia de este edificio, que pasará a tener usos educativos y de juventud, vinculados a talleres, exposiciones, entre otras actividades y biblioteca digital.
Las obras de reacomodación de la azucarera se adjudicaron a la unión temporal de empresas Sacyr/Easa, que comenzó las obras en 2005, y que han precisado una inversión de 7.900.000 euros. En total, en esta intervención se ha actuado en un edificio provisto de planta baja más cinco y sótano, completando un total de superficie construida de 4.250 m2.
La intervención se ha ocupado de consolidar el edificio y de reorientar sus espacios. Así se ha utilizado una nueva pieza de hormigón blanco perforado que permite la distribución entre los nuevos espacios. Junto a este material, y en el interior del edificio, se ha usado también pladur blanco que ayuda a generar una nueva atmósfera para los nuevos usos.
Espacio interior
Con este fin se ha divido el edificio en cuatro zonas. La nave central, que adquiere un gran protagonismo espacial, será la zona que acogerá la mayor parte de las actividades del centro. Dispone de aislamientos acústicos en el techo y de una iluminación especial. Además, una fina cortina de cables de acero permite, según sea la luz que incide en ellas y gracias a unas fotografías-maqueta, mostrar la visión antigua del edificio o la nueva, conjugando de esta manera el pasado y el futuro. La zona sur se ha diseñado para alojar diferentes exposiciones, (para iniciados, o conjunta) aunque también podrá utilizarse, según las necesidades, como sala de proyecciones. La zona norte se destina a talleres, mientras que el área que se sitúa en torno al antiguo torreón es el espacio reservado para la Biblioteca Tecnológica.
El diseño de esta innovadora biblioteca se ha realizado de manera coordinada con la rehabilitación del edificio y ha corrido a cargo del Cristian Schmitz, (con la colaboración de Urich Kölle), que es el autor de los centros más significados de la Fundación Berstelmann, a cuya red se incorporará la Biblioteca Digital o Cubit, compartiendo experiencias culturales como las de Helsinki, Los Ángeles,Phoenix, Singapur, Dresde, Olzstyn o Breslau que también han incorporado una biblioteca de estas características a sus equipamientos culturales de ciudad.