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Benasque. Curioseando. | JOSÉ ANTONIO DUCE |
En esta ocasión, el fotógrafo José Antonio Duce capta con su cámara una de las costumbres más arraigadas en el ser humano, la de fisgonear. Con esta imagen, el artista continúa su colección de instantáneas “Aragón en mi recuerdo”.
¿Qué estaba mirando? Esa es la pregunta que se nos viene a la cabeza al observar la imagen de esta anciana asomada a su ventana. Emocionada, con una expresión mezcla de zozobra e interés, se inclina sobre la repisa en busca de un mejor ángulo de visión. Los años van pasando por el rostro ajado, pero su curiosidad, esa característica innata del ser humano, se mantiene intacta.
Situado en el que se conoce como el “Valle Escondido”, Benasque combina pasado y presente, antigüedad e innovación. Rodeado por modernos edificios, el visitante que penetra en lo más profundo de la villa oscense cree haber viajado en el tiempo al contemplar el Palacio de los Condes de Ribagorza, la iglesia de Santa María o el Torreón de Casa Juste. Tras sustituir la ganadería, la agricultura y la silvicultura por el turismo como fuente de sustento, la localidad aún conserva ese ambiente rural que la convierte en un atractivo destino para los viajeros.
Sin embargo, Duce desvía el objetivo de las maravillas naturales que rodean a la villa para enfocarlo en sus gentes. El genial fotógrafo pretende dejar plasmada la esencia del centro neurálgico del Valle de Benasque: el benasqués que nació, creció y se asentó en la villa y que ahora convive con turistas que van y vienen a este pequeño pueblo enclavado en el centro de los Pirineos.