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Pabellón de Aragón |
La terraza del Pabellón de Aragón acoge diecisiete hinchables gigantes de frutas y verduras típicas de la comunidad aragonesa, que son visibles desde todo el recinto y se han convertido en uno de los atractivos nocturnos de la muestra internacional.
Dos cebollas, dos borrajas, dos grupos de cerezas, un melocotón, un albaricoque, dos alcachofas, dos tomates, dos peras, un racimo de uvas y dos manzanas coronan la terraza del pabellón de Aragón a partir de las 22.00 horas. Su colorido y gran tamaño –algunas, como la pera, miden hasta seis metros y medio- aportan un toque de espectacularidad y hace visible la gran cesta de las frutas de Aragón desde prácticamente todo el recinto e incluso desde el resto de la ciudad. Todas las piezas están iluminadas desde su interior, a excepción de la borraja, las cerezas y el racimo de uvas, que por su forma especial cuentan con luz exterior.
En total son 17 piezas, que representan los vegetales más típicos de la comunidad. Las cebollas de Fuentes, el melocotón de Calanda, la borraja de Ribera del Ebro y las cerezas de Bolea se hacen apetecibles a ojos de los visitantes, que sorprendidos dirigen sus miradas a la azotea del pabellón aragonés.
Quim Guixá ha creado soles, lunas, globos gigantes y mascotas de citas internacionales. En sus 25 años de trabajo, las formas más delirantes han salido de su taller. Las expos de Sevilla, Lisboa, Hannover y Haichi confiaron en él para sus espectáculos y cabalgatas , pero nunca pensó que recibiría el encargo de rellenar una cesta gigante con frutas y verduras.
Cuando el Pabellón de Aragón le contrató, para decorar su edificio en la Expo Zaragoza 2008, Guixá, catalán de ascendencia aragonesa no lo dudó: “Lo vi muy potente. La verdad es que tiene atrevimiento”, dice Guixá sobre su última creación.
Cuando cae la tarde, el equipo de Guixá comienza el proceso de inflado de las piezas gigantes. Cada hinchable tarda menos de cinco minutos en llenarse de aire, pero todo el proceso dura alrededor de dos horas, ya que las frutas y hortalizas se anclan al suelo. Quinientos kilos de lastre sujetan cada vegetal, impidiendo que los hinchables vuelen en los típicos días de cierzo zaragozano, aunque, por seguridad, las frutas no se inflan cuando las rachas de viento alcanzan los 25 kilómetros por hora.
Tres meses de trabajo previo y mucha ilusión se ponen en marcha de nuevo cada tarde en la terraza para sorprender, una vez más, en las noches expo.