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Ruesta, puerta y flor | JOSÉ ANTONIO DUCE |
El genial fotógrafo aragonés José Antonio Duce nos ofrece la segunda entrega de “Aragón en mi recuerdo”. En esta ocasión la imagen nos lleva hasta el pequeño municipio zaragozano de Ruesta, corredor natural por el que discurre el río Aragón y el Camino de Santiago en la variante llamada Camino Francés.
La segunda fotografía de este nuevo ciclo de imágenes de José Antonio Duce, «Aragón en mi recuerdo 1952-1972», nos conduce hasta la localidad de Ruesta, situada en la provincia de Zaragoza, y en la que podemos observar una puerta antigua y una flor que surge de una planta.
La historia más reciente de Ruesta está unida a la construcción del embalse de Yesa y la posterior inundación de la mayor parte de los terrenos de huerta, que supuso también el desmantelamiento de la red urbana y el despoblamiento masivo. Esto supuso la desaparición de Ruesta en el año 1965.
La puerta que retrata Duce es antigua, sobria y algo deteriorada, símbolo del paso del tiempo por el lugar. Una puerta que se abre para que nos adentremos en los pequeños y bellos lugares de nuestra Comunidad como en este caso es Ruesta.
A su lado se ve cómo una pequeña flor asoma entre la puerta, flor que representa la vida y la esperanza de ese pequeño pueblo que desapareció hace ya 49 años y que en la actualidad y gracias al esfuerzo de mucha gente se ha impulsado la construcción de un espacio social creativo, autorregulado y sostenible.
La fotografía tiene una composición centrada, en la que Duce deja más aire a la izquierda con el objetivo de que nos adentremos a lo que hay detrás de esa antigua puerta. Solamente en ese lado izquierdo vemos que predomina la flor, desenfocada sobre fondo negro, con el posible significado de que ahí hubo vida.
En el lado derecho de la fotografía vemos que todo esta enfocado, vemos cómo el fotógrafo aragonés quiere mostrar todo su interés en esa parte de la imagen. La puerta representa al pasado, a todo lo que simbolizó la antigua Ruesta y la flor se asimila con el presente y el futuro de la pequeña localidad zaragozana, que es la esperanza y la vida.
Por eso, Ruesta debe ser un ejemplo de metamorfosis, donde confluyan aspectos sociales y humanísticos y eco-técnicos con el objetivo de revitalizar el núcleo abandonado, transformándose en una «eco-aldea socio-cultural».