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José Antonio Duce |
Juan de Hiberte, Nicolás de Bierlas, Felipe Busiñac y Borbón o José de Borgas son algunos de los, a posteriori, prestigiosos maestros de la construcción que conocieron de primera mano los secretos de este emblemático edificio declarado Bien de Interés Cultural. Ahora, José Antonio Duce y sus compañeros de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, los redescubren para nosotros.
Durante cuarenta años, numerosos constructores, canteranos y ebanistas trabajaron noche y día para levantar lo que sería el convento de Dominicos de San Ildefonso, encargado por Alonso de Villalpando en 1603 y actual parroquia de Santiago el Mayor de Zaragoza.
Las obras generales finalizaron en 1665, pero por todos es conocido que estas grandes construcciones estuvieron sometidas a nuevas y variopintas ampliaciones, en función de los señoríos a los que perteneciesen.
Así pues, entre 1692 y 1695 se modifica la cabecera del templo y se reconstruye la cúpula, derribada por un rayo. En 1835 y estando allí los jesuitas, el convento fue desamortizado por Mendizábal. En 1902 la iglesia pasaba a ser parroquia.
Enmarcada por dos torres laterales y rematada por un gran frontón curvo, el templo se erige en pleno centro de la capital aragonesa. Su amplio interior, de una sola nave y con capillas entre los contrafuertes, muestra una rica decoración en yeso con motivos geométricos de tradición mudéjar en todas las bóvedas. Supone uno de los ejemplos más representativos del primer barroco zaragozano y sus grandes proporciones reflejan el espíritu triunfante de la Contrarreforma.
Las imágenes de Duce y de sus compañeros de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, descubren al espectador los más pormenorizados detalles estéticos, que inspiran hasta al más obcecado.
En posteriores entregas conocerán, además, el papel tan importante que tuvo esta iglesia durante los Sitios de Zaragoza. Mientras tanto, disfruten de su magnetismo estético.