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Cartel de «Cuestión de honor» |
Ray Tierney (Edward Norton), es un detective de la policía que investiga homicidios; tres generaciones de su familia han sido policías de la ciudad de Nueva York. A medida que pasa el tiempo, comienza a sospechar que la corrupción abarca todo lo que él conoce, hasta incluso puede que a su gran amigo Jimmy Egan (Colin Farrell).
Película que tiene en su actores su mayor aval y con un director con buenas maneras controlando la narración. Pero el resultado final deja que desear, y mucho.
La historia se centra en la relación entre dos amigos y compañeros en el cuerpo de policía, en un distrito controlado por el hermano de uno de ellos donde la corrupción esta muy presente. Norton, el hermano del jefe de los agentes involucrados en la trama criminal, es la base, su relación con su hermano y su padre, y con su amigo interpretado por Farrel, guían la historia.
La película es un drama policial dirigido con nervio y elegancia, todo es correcto, los planos y la fotografía están trabajados. Su valor principal, o la intención del texto más bien, era ser moralmente provocadora. Pero se pierde por culpa de una historia sosa, que no termina de ayudar a definir a los personajes, y que se vuelve simple y acaba llegando a un final desastroso.