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Todos sabemos lo que pasa con la llegada del verano. Hace calor, si. Queremos irnos de vacaciones, si. Queremos disfrutar, si… Es fácil contestar a toda esta serie de preguntas cuando llega la hora de nuestro merecido descanso. Pero a la hora de planear, dónde ir, qué hacer o con quién hacerlo…mucha gente opta por desprenderse de uno de los miembros de la familia.
Cuando llegan las vacaciones estivales saltan las alarmas en la prensa y en las protectoras sobre la gran cantidad de animales que son abandonados en las cunetas de las carreteras. A menudo, estos fieles compañeros de viaje aparecen vagando por el asfalto heridos, desnutridos, sedientos y moribundos. Sus dueños no han dudado ni un momento en dejarlos abandonados al no poder llevarlos a un resort de lujo o a un hotel.
Ese corazón que se ablandaba al ver al pequeño cachorro a través del cristal de la tienda de animales se vuelve ahora de piedra cuando su “querida mascota” puede llegar a convertirse en un estorbo a la hora de disfrutar de unos días de descanso.
La Navidad, tiempo de dar y recibir, es la época del año en la que más animales se compran. Sin embargo, el verano, tiempo de disfrutar, es la época del año en la que más animales se abandonan. En total han sido siete meses los que – el perro, el gato, la tortuga o el pez- han durado en una casa. Un tiempo demasiado corto para comprobar todo lo que estos amigos son capaces de darnos y de hacer por nosotros.
Como dice un tradicional anuncio de televisión “Ellos nunca lo harían” y, desde luego, pongo la mano en el fuego a que jamás lo harían.