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Los Héroes del Silencio: leyenda viva del rock |
Quiero ser un héroe para cantar ante miles de personas; para que esas miles de personas sean capaces de esperarme durante más de diez años. Ser un héroe en Zaragoza significa que aunque te quedes sin voz, cuarenta mil gargantas te ayudarán a seguir adelante como si no pasase nada.
Es difícil ver a 40.000 personas felices al mismo tiempo, pero los Héroes lo han conseguido. Un regreso esperado por miles de personas en medio mundo y que el día 12 en Zaragoza llegó a su cúlmen con el segundo y último concierto en la ciudad. Ser un héroe en Zaragoza significa no perder ni un ápice de la vitalidad del primer disco, tener el señorío propio de las figuras del rock, y ser capaz de mantener la cabeza fría sabiendo que se es una leyenda viva.
La Romareda fue la anfitriona durante dos días de los Héroes y sus seguidores. Incondicionales que el día doce cantaron todas las canciones de Bunbury y los suyos viviéndolo hasta el punto de imitar los gestos del líder. No faltaron sombreros a lo Bunbury, colgantes, camisetas, banderas y abalorios mil de la banda. Fetiches que algunos guardaban en el armario desde hacía once años.
No faltó ningún éxito de la banda aunque también interpretaron temas que no suelen hacer en directo, como por ejemplo, “Agosto”. Casi tres horas en los que los Héroes se despidieron tres veces de su público para volver después con los “bises”. Volvieron al grito de los seguidores que cantaron aquello de “…de la Romareda no nos moverán”. Tres horas en las que también se apareció el fantasma de las famosas “espantadas” del líder cuando a la hora y media de comenzar, Bunbury pidió cinco minutos para reponer la voz. Todo se quedó en eso, en cinco minutos pues ahora comenzaba la mejor parte. El estadio se vino abajo con “Iberia sumergida” y el delirio llegó con “Avalancha”. “La chispa adecuada” dejó en la más absoluta oscuridad el estadio y los mecheros hicieron las veces de estrellas. No faltó tampoco el detalle familiar, pues en “Tesoro” subió al escenario una de las hijas de Cardiel para darle un beso a su padre y otro a Bunbury.
El concierto acabó con fuegos artificiales para despedir a los Héroes que se van triunfantes de su tierra.
El día de la despedida se vio señorío, saber estar y, sobre todo, a un grupo de artistas que sabía lo que su público quería y supo dárselo. El día del Pilar dejaron claro en La Romareda que mientras Bunbury, Cardiel, Andreu y los hermanos Valdivia hagan música, el rock & roll seguirá vivo en nuestro país.
12 Comentarios. Dejar nuevo
genial leer este artículo. que recuerdos.. estuve en los dos conciertos. a cual mejor. me quede con ganas de masssss 😉
Algo indescriptible… fui al del 12 y fue sublime
mis estimados solo les informo que en la cd de mexico el dia 6 de octubre no se olvidara por que uno de los conciertos mas intensos de la banda… rudolph gomez lara