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Últimamente se observa como cambian los tiempos según la tecnología. Ahora todo es más pequeño, pero también es menos vistoso. Mas soso.
Hace años tenías el arquetipo del bailarín de break dance o el negro rapero con ese pedazo de loro al hombro cual Radio Rahím de «Haz lo que debas» de Spike Lee. Se podía pensar lo que se quisiera de él pero impresionaba. Esos radiocassettes de doble pletina con súper altavoces rugiendo electro o rap o algo del estilo, ahí sobre sus espaldas como si fuera un saco de abono.
Hoy he visto a tres raperillos y uno de ellos, el negro que otrora llevara el loro, llevaba uno de esos nuevos ingenios del demonio, diminuto tamaño iPod con la música sonando, sosteniéndolo sobre la mano.
Y oiga, se llevará mejor, pero no tiene encanto ni presencia.
Y además no tiene graves; sonaba a lata.