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El cuidador de ranas |
Pensaba escribir acerca de los 15.000 toneladas de tomate que recibió el Cipotegato en dos minutos (a razón de unas 800.000 hortalizas por segundo) según la portada del Periódico de Aragón el 28 de agosto. También quería hablar de la célebre expresión de un locutor de radio: “Con este incendio (Zuera) quedan inaugurados los grandes incendios del verano”, del cuidador de ranas o de la canción de «Fluvi». Sin embargo al final de la jornada de ayer se filtró en mi ordenador un artículo sobre «los yeppies» y no puede menos que dedicarle cinco minutos de atención.
Los yeppies son, según el artículo, esos jóvenes que buscan la realización en sus ratos de ocio. Esos jóvenes de intensas experiencias y trabajos precarios. Inevitablemente, me viene a la mente un pensador que, de vez en cuando, sobretodo los lunes, surge como un espectro. Ayer, aunque era jueves, también lo recordé al leer un artículo sobre esta supuesta ¿tribu urbana?: los Yeppies.
Allá por 1880 estaba Paul Lafargue recostado en un sillón orejero y asediado por una subespecie de la musca domestica, miraba por la ventana a los obreros entrar y salir de la fábrica. Aunque su reloj no era muy puntual pudo percibir cierta regularidad en los movimientos de sus compadres. Entonces pergeñó una teoría que aparece recogida en “El Derecho a la Pereza.” En ella que reivindicaba, de manera vaga (como se quería él) que la pereza es la madre de las artes y el “bálsamo de las angustias”. Bajo el influjo optimista de la época, y como los socialistas utópicos, confiaba en que la tecnología permitiría a la humanidad trabajar cuatro horas necesarias para subsistir.
Tras un verano trabajando al servicio de la tecnología duplicando esta jornada, no creo que este magma de jóvenes “desorientados” y eternos de los que habla el artículo puedan limitarse a ser etiquetados en una frívola tribu urbana.
Además es posible descubrir en el S.XIX las raíces de toda esta clasificación banal hoy presentada como movimiento estético, quiero decir: de la contraposición trabajo yuppie-ocio yeppie. Aunque con cambios, nada nuevo bajo el sol.
Mientras los programas municipales hablan de apoyo a “jóvenes emprendedores”, son pocos los imaginativos “yeppies” que quieren arriesgarse o maniatarse y emprender. En la lucha por lo rentable, ganarán siempre los sistemáticos. Pero en el fermento de las ideas, tal vez se encuentren los perezosos.
El problema surge, y de ahí mi invocación a Lafargue, de que no estoy segura de que pereza sea lo mismo que el ocio. Y muchos de los “yeppies” engrosan las bolsas de trabajos precarios para poder pagarse macrofestivales y vuelos de bajo coste, y todo ello “gracias” a la globalización del capitalismo. Lejos de existir un complot, sí que creo que existe un interés por tipificar y hacer negocio con todas nuestras perezas.
En 1911, Paul Lafargue se suicidó. Tal vez fué porque la psicología fordista del trabajo y su ajuste de tuerca acabaron con sus nervios.
12 Comentarios. Dejar nuevo
Patricia / Me encantf3 la idea de eniavrnos por mail los trabajos. Es una buena forma de mantenernos comunicados. Los trabajos este1n be1rbaros. Felicitaciones a los chicos y tambie9n a los padres que nos volvimos locos buscando animales esdrfajulos.Carif1os.
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