Con diez ojos encima

El gimnasio se usa para muchas cosas

Según la Real Academia Española de la Lengua un gimnasio es un lugar destinado a ejercicios gimnásticos. Pero la realidad es bien diferente. ¡Yo ni siquiera llevo un mes en el mío y he visto más desfiles de moda que en Cibeles!

Soy muy nerviosa. Lo soy desde pequeña, “culo inquieto” me decía siempre mi abuela. Y nunca he sabido como controlar esta hiperactividad. Me recomendaron que probase el yoga, pero no salió bien; la profesora, muy amablemente, me invitó a no volver por su clase ni por ninguna otra porque, según ella, “necesito sacar mi energía, no relajarme”.

Así que me apunté a un gimnasio. Uno muy mono a ocho minutos de mi casa, que cierra tarde (así puedo ir después de trabajar) y tiene muchas clases (por lo que nunca me aburro). El caso es que hace relativamente poco empecé a descubrir el mundo de los “gyms”, algo para mí completamente desconocido.

Yo pensaba, ingenua, que allí todo el mundo iba a sudar como un cerdo, a quemar calorías y liberar tensiones. Pero no. El gimnasio sirve para mucho más que eso. Sirve para lucir tipo (que yo me pregunto ¿pa’ que leches vienes a machacarte con semejante cuerpazo?, ¿de verdad que se puede hacer ejercicio con ropa tan apretada?), sirve para ligar (“hola que tal, ¿te ayudo con la máquina?”, pero ¿es que me ven cara de tonta?), también sirve para echar unas risas viendo como el de al lado está más blando que tú (lo que es reconfortante) y lo que más me gusta de todo: para mirar.

Igual que los abuelos en una obra, eso es lo que hacen muchos en el gimnasio con las tías. Ayer tuve clase de body-combat (una mezcla de artes marciales, boxeo y aeróbic) y es bastante incómodo intentar descargar adrenalina dándolo puñetazos al aire y que se pongan cinco tíos en las escaleras de la clase mirándote. ¡Y luego dirán que meten muchas horas! Aunque la situación tiene su lado bueno: te los imaginas delante y pegas con una fuerza increíble.

Cuando les cuento a mis amigos les excusan, “tiene que molar ver a 15 tías dando patadas y puñetazos”, dicen. Yo lo veo diferente.