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Recibí la libertad allá por septiembre del 2007. Yo creía que esta ansiada independencia iba a ser un pasaporte a la felicidad soñada desde mi más “rebelde” adolescencia. Pues bien, esta libertad es más bien la condicional, porque los padres aunque no convivas con ellos, creen saber a ciencia cierta lo que debes hacer cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo y cada milisegundo de tu vida. Poseen un microchip secreto para la ciencia que ellos justifican con su frase célebre: “Cuando seas padre, lo entenderás…”
Independencia y vivir en pareja, multiplica el número de “carceleros”. Ahora ya son cuatro las cabezas pensantes que saben que hacer con mi futuro. Cada semana compiten en secreto por traer más y más tupperware, no aceptan una negativa. Un fin de semana diez huevos, en concepto de tortilla de patata, tuvieron que ser ingeridos apresuradamente ante miedos y alarmas de intoxicaciones alimentarías, por mi “compañero de piso” y por mí, lo cual me lleva a pensar si realmente este duelo de suegras es amor de madre o están llevando a cabo un plan de aniquilización de nuestro ser, mediante un ataque de colesterol.
No veo solución a este problema que trae a mi mente pensamientos sobre sicarios, acantilados, etc…quizá la solución sean vuelos transoceánicos.