De profesión: viajera

Desde pequeña me ha gustado subir al coche y que mis padres me llevaran de excursión, aunque fuera a diez minutos de mi casa. Ahora, un poco más crecidita, ya viajo sola, aunque de vez en cuando un viaje subvencionado por los papis no va nada mal.

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No viajo todo lo que quisiera por motivos económicos, aunque no me puedo quejar este mes de abril. Muchas veces pienso en ir al aeropuerto o a la estación y coger el primer billete que haya sin saber mi destino. Me dan mucha envidia las personas que tienen el valor de coger una mochila y decir hasta luego. Pero estoy cansada de viajar sola y mis amigos no me acompañan, no tienen dentro el espíritu aventurero que hace falta, así que me resigno y me quedo en casa.

Pero espero que mi resignación acabe dentro de unos años cuando me dedique al fotoperiodismo (porque esa es mi intención). Tengo que confesar que, además de por vocación, estudié periodismo para poder viajar. Sueño con la posibilidad de colgarme la cámara al cuello e ir a hacer fotos a los lugares más recónditos del planeta.

Y entre esos paraísos se encuentra Australia. Que nadie me pregunte por qué, porque la verdad no tengo una explicación. Pero desde que en el colegio me mandaron hacer un viaje y mi tía me ayudo a imaginar un tour por Australia; me enamoré.

Así que algún día, acompañada o sola, espero viajar hasta el país de los koalas y los canguros, de las grandes urbes y los pequeños pablados aborígenes, de la gran barrera de coral y de los peligrosos tiburones blancos.