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Domingos de sofá, peli y manta |
De las miles de cosas que uno puede hacer un domingo en Zaragoza (pasear por la ribera, ir de museos o tomar unas cañas en la plaza de Santa Marta, por ejemplo) hay una a la que soy incapaz de resistirme cuando me lo pide el cuerpo. Y esa es cosa es… no hacer nada. O lo que yo llamo “un domingo a la bartola”.
Un domingo “a la bartola” que se precie exige tres requisitos: no salir de casa (e incluso de la cama) en todo el día, no ducharse ni quitarse el pijama en ningún momento y comer a todas horas. No se trata de vegetar: está permitido leer la prensa, descargarse el capítulo de una serie, conectarse a Facebook, poner el DVD de una película que has visto millones de veces y de la que incluso te sabes de memoria los diálogos (del tipo Indiana Jones y el Arca Perdida), mantener conversaciones profundas o intrascendentales, según el estado de ánimo, con familiares-compañero de piso-pareja…
Por alguna razón, hacia las ocho de la tarde se sufre una especie de depresión característica de ese día de la semana a esa hora y, paradójicamente, cuanto más se descansa el domingo más cuesta levantarse el lunes.
Y una última reflexión: el domingo “a la bartola” mola más en compañía. Porque si él o ella te sigue achuchando en pijama y sin duchar ni peinar, eso es amor verdadero.
4 Comentarios. Dejar nuevo
Lunes, día muy apropiado para hablar de este tema y tocarnos la fibra a los que todavía estamos sufriendo esa depresión dominical que, efectivamente, surge cuando se empieza a hacer de noche…
¡Ánimo, que ya es martes!