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A las cuatro y media de la mañana, apurando las cinco, te encuentras en mitad de la calle, tal vez cocido, tal vez ligando, tal vez dando o recibiendo la brasa, tal vez simplemente con ganas de seguir la noche y el jijijí jajajá…
Pero el problema es que no hay mas bares. No más. Kaput. La ley de bares acabó con la larga tradición de abrir hasta las tantas de la mañana. Si hace buen tiempo y eres de esos (yo lo soy) que se van a un parque, una plaza, una casa o un simple bordillo y ahí mas a gusto que un arbusto, pues estupendo; lo malo que entonces viene la persecución del botellón. Pero si hace un clima no recomendable para andar a cielo descubierto y quieres seguir la noche sólo puedes ir a uno de los cuatro o cinco puntos autorizados, también llamados discotecas.
La discoteca en si no parece nada malo ¿verdad? después de todo es como un bar, pero en grande. Pues no, no solo es eso. Significa hacer una desmesurada cola durante un tiempo que oscila entra los veinte minutos y la hora. Significa pagar un billetazo (salvo las mujeres en aquellos lugares donde no pagan). Significa masificación. Es lógico: Todos los bares de la ciudad han cerrado y la gente que sale de ellos va a alguno de estos cuatro o cinco locales. Entonces tenemos como a un número de seres humanos similar a la población de la ciudad de Teruel repartiéndose entre cuatro o cinco locales.
Pero lo peor de todo es si, como a mi, la música comercial te deprime (música BISBAL, así en genérico) y la música electrónica severa hace que te duela el cerebro. Si elijo unos bares y no otros, es porque la música, la clientela habitual, el ambiente, el rollete de unos me hace sentir cómodo e incluso puede llegar a ser gratificante y la música, la clientela, ambiente y rollete de los otros me es ajeno u hostil o insufrible. Con lo cual, la idea de meterme en medio de turbas de ajenos, hostiles o insufribles, que están en su ambiente, como peces en el agua, con su música, como salvajes alrededor de la hoguera bailando y lanzando plegarias a sus dioses antidiluvianos para la venida del fin del mundo… es una mala idea.
Hay uno de estos locales, el Zeta, que no me desagrada, pero estar hacinados cual deportados a campos de concentración en vagones para ganado (y no estoy exagerando demasiado) tampoco es mi idea de pasar un buen rato.
El concepto de «cerrar bares», que implicaba una cierta dosis de osadía, hazañas de crápulas y golfos, tal como «Anoche estuvimos por ahí hasta cerrar todos los bares», ha pasado a la historia. Ya no tiene mérito. Todos cerramos ya los bares.
21 Comentarios. Dejar nuevo
Todavia recuerdo aquellas noches interminables por ahí de bares. Que recuerdos me trae el Central, Brit o Fantasma. Ahora estoy hecho un abuelo y con hijos pero se de buena tinta que de las 3 no pasa ninguno.
Cuidado todos con el garrafón. Es el consejo de un veterano de guerra.
Yo no soy de Zaragoza capital. Trabajo allí y me paso bastante tiempo en ella, pero vivo en un pueblo. A menudo, cuándo efectivamente, eran otros tiempos, solía ir a menudo a Zaragoza para salir, sobre todo en invierno porque en verano nada mejor que ir de fiestas a los pueblos. Ahora, con esta ley ya no apetece. es mejor quedarse en el pueblo, en el bar de siempre con los amigos. Sabes que de ahí nno te van a echar, la ley es menos severa, cada uno cierra cuando el último cliente se va. además, luego hay que volver a casa: el taxi es una riñonada y si coges el coche olvídate de beber, además, el control de alcoholemia está casi asegurado y, aunque sepas que vas a dar negativo, siempre es desagradable que te corten el rollo así.
Yo, las copas me las tomo en mi pueblo, en «mi bar» con mi gente. Es más barato y puedo volver a casa a pata.
Un saludo!
Desde hace un año vivo en Zaragoza capital, creo que mi llegada coincidió con el «cierre de los bares». Es horroroso salir de marcha por esta ciudad. Te vas a cenar, te cuesta un pastón y sales tarde, te vas a un bar, te tomas un cubata y se encienden las luces, y no es para que nos veamos mejor las caras sino para echarnos!!!… En fin, es mejor cenar, beber y quedarte en casa, almenos allí escuchas lo que tú quieres.