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Sostiene la “Teoría del gen egoísta”, formulada por Richard Dawkins, que nos reproducimos inducidos por un imperativo de nuestros genes, que pretenden así permanecer en el mundo durante muchas generaciones, perpetuarse… Tener hijos no es un acto de generosidad; es más, según los supuestos de Dawkins, los individuos altruistas llegan a extinguirse en beneficio de los egoístas. Pues bien, amigos, os comunico que mi máquina de supervivencia funciona a las mis maravillas, pertenezco al grupo de los segundos, de los llamados a quedarse en el mundo, a trasmitir su secuencia de ADN y formar parte de la historia futura. El instinto maternal ha llegado… para quedarse.
Un día te despiertas y lo tienes. De pronto, todos los niños te parecen preciosos (los feos, también) y adorables. Españoles, asiáticos o africanos, rubios o morenos, gorditos o con gafas… Piensas: “ese podría ser mío”. Cuando te cruzas por la calle con una madre que tira de un carrito con un recién nacido dentro, te llevas instintivamente la mano al vientre y buscas la mirada de tu pareja. La ropita de bebé hace que utilices expresiones ridículas, alejadas del que ha sido hasta entonces tu vocabulario habitual: “pero que monooooo”. Empiezas a pensar qué nombre le pondrías a tu prole; “Alba si es niña, Sergio si es niño”. Sólo son un proyecto, pero aseguras que los inscribirás en un colegio público, laico y bilingüe, que no piensas malcriarlos y que los educarás en los valores que tus padres te inculcaron a ti. Ni tan siquiera existen, pero se han convertido en el epicentro de tu proyecto vital.
Dawkins tiene razón. No quiero que la sonrisa de mi chico o su manera de ver el mundo, igual que la mía, desaparezcan cuando él y yo ya no estemos. Mi gen egoísta ha despertado, invitándome a transmitir lo que soy a los hijos que vendrán, mascullándome “ponte manos a la obra, que se te pasa el arroz”. Yo me iré algún día, pero quedaré en mi descendencia. Ellos serán la huella más profunda de mi efímero paso por el mundo, una segunda parte de mí misma, una nueva oportunidad…
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¡Qué razón tienes! Aunque con lo del egoísmo este hombre lo simplificaba un poco demasiado, ¿no? Igual es que se quería justificar con la novia porque no quería tener hijos… ¡Jajaja! Habría que saber en qué grupo estaba él… ¡Besos!
Por esta fecha se conmemoran los 30 años de píldora anticonceptiva que tantas alegrías nos ha dado (y algún que otro sustito). Las chicas tenéis muchos instintos: el instinto maternal, el matrimonial, el de llevarlacontrarial,etc., pero sin duda el que más me ha gustado siempre es el básico…