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La limpieza de las obras se realiza de forma tradicional |
Las técnicas modernas avanzan en un trabajo más sistemático y más respetuoso con las obras de arte y con el medio ambiente. Los alumnos de la Escuela oscense han restaurado retablos de importante valor patrimonial en Aragón. En la actualidad actúan, por ejemplo, en el retablo del Santo Cristo de Rasal.
Los alumnos de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, en Huesca, trabajan en la mejora y el conocimiento del patrimonio cultural aragonés. Desde que esta escuela abriera sus puertas sobre un antiguo edificio de las monjas Capuchinas en el año 2000, sus alumnos han recuperado, entre otras, el retablo de San Nicóstrato de Alquézar, dos retablos de pequeño formato de Anento y uno de Monterde. “Actualmente estamos interviniendo en el retablo del Santo Cristo de Rasal que estaba en una situación caótica por un ataque de termitas”, señala María Pilar Bea, la directora de la Escuela.
Todos los años, la Escuela organiza unas jornadas que, como explica su directora, son interesantes tanto para avanzar en conocimientos relacionados con la restauración como para divulgar estos conocimientos entre los alumnos que ya han salido de la Escuela. “La teoría de la restauración avanza cada año y es interesante que la conozcan tanto los alumnos actuales como aquellos profesionales a quienes puede servirles para llevarla a la práctica”, puntualiza. En las últimas, celebradas el pasado mes de marzo, se hizo hincapié en las nuevas técnicas de limpieza y cuidado que permiten tratar las obras de arte con menor agresividad al tiempo que se utilizan productos menos dañinos para las personas que trabajan con ellos y para el medio ambiente.
Javier Gavín es profesor de química de la Escuela y, en su opinión, la restauración está muy unida a los conocimientos de química y al uso de procesos químicos. La obra de arte no es algo estático sino que está compuesta de materiales y sustancias sujetos a cambios (color, textura, etc), consecuencia de su degradación. Por ello, los restauradores van a actuar en ella de dos formas. La primera tratando de ralentizar y paliar su deterioro. La segunda, de mantener sus propiedades originales. En ambos casos, la limpieza de las obras se ha desarrollado tradicionalmente con disolventes orgánicos que en muchos casos degradaban la obra a la vez que la limpiaban, cambiaban sus propiedades y afectaban a las personas que trabajaban con ellos así como al medio ambiente.
Los profesores de la Escuela están aplicando la metodología propuesta por el italiano Paolo Cremonesi (coordinador científico del Centro per lo Studio dei Materiali per il Restauro), que trabaja en nuevos procedimientos y técnicas para limpiar las obras, bien con disolventes orgánicos pero de una forma más sistemática y buscando aquellas sustancias más adecuadas a la obra concreta, bien con disoluciones acuosas a las que se añaden otras sustancias: tensoactivos, quelantes, ácidos, bases, etc. Los métodos acuosos son mucho menos agresivos que los disolventes tradicionales. Como explica Javier Gavín, el tratamiento de las obras de arte requiere un tratamiento más sistemático y continuado en el tiempo.
Habitualmente se ha trabajado con el método ensayo-error y ahora se ha visto que tiene mejores resultados hacer más pruebas de la interacción entre las sustancias de que se componen las obras con las sustancias limpiadoras con las que van a entrar en contacto. Sería como adecuar con una mayor precisión la técnica y sustancias utilizadas a la obra concreta sobre la que se va a actuar.
En la Escuela de Restauración de Huesca, tanto María Pilar Bea como Javier Gavín han destacado que lo más importante son sus propios alumnos, que trabajan con vocación y esta ilusión se transmite a las obras que restauran. “Para restaurar una obra de arte necesitamos de profesionales muy cualificados, con buenos criterios de protección y que hagan un estudio profundo histórico, artístico, documental y gráfico de la obra”, dice la directora.