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La procesión del Santo Entierro, historia viva de Zaragoza.

La Procesión del Santo Entierro, que se celebra en la tarde noche del Viernes Santo, es el acto religioso de mayor trascendencia popular de todos los que se celebran durante la Semana Santa, estando íntimamente unida a las vicisitudes históricas de Zaragoza. Es un auténtico Vía Crucis esculturado que representa la totalidad de los misterios de la Pasión de Cristo. Su organización es competencia de la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Cristo y Madre de Dios de Misericordia y en ella participan todas las cofradías zaragozanas. El encargado de coordinar todo el transcurso de la procesión es el Cetro General, cargo que es desempeñado por uno de los cincuenta hermanos receptores de la Sangre de Cristo siguiendo un riguroso orden de antigüedad, por lo que podemos asegurar que se ocupa este puesto una única vez en la vida. La mayor espectacularidad de la procesión radica en poder ver una tras otra las diferentes cofradías, cada una con su estilo y peculiaridades diferentes, portando sus pasos y tocando sus instrumentos con sus toques característicos. Nos encontramos ante la mayor concentración de tambores y bombos en una procesión que se da en toda España.

Es extraordinariamente complicado fijar el origen exacto de esta procesión. Sabemos que, al menos desde 1525, existía una gran devoción al grupo escultórico del Entierro de Cristo que se encontraba en el claustro del desaparecido Convento del Carmen. En esta capilla, instituyó don Juan de Funes y Villapando la procesión del Santo Entierro; posteriormente, en 1617, se produciría la unificación entre esta procesión, la que realizaban los franciscanos y la de la Hermandad de la Sangre de Cristo. Pocos años después, en 1622, tenemos otro documento en el que ya aparece la Sangre de Cristo como responsable y organizadora. Durante los siglos XVII y XVIII, la procesión se fue enriqueciendo con diversos elementos, propios de la estética barroca, que la hicieron cada vez más completa y espectacular. De 1666 se conserva una completa descripción del acto del Descendimiento, que se celebraba delante del Convento de San Francisco, y de los participantes y el orden de la procesión.

Los Sitios de Zaragoza supusieron la pérdida de la práctica totalidad del patrimonio procesional de la Hermandad. De los catorce pasos que formaban parte del Santo Entierro sólo se salvó uno: El Santo Cristo de la Cama. Una heroína de la que poco sabemos, María Blázquez, se internó entre las ruinas del Convento de San Francisco y, con la ayuda de unos hombres, rescató la venerada imagen. Arruinados, con su sede desparecida y con muchos hermanos fallecidos durante Los Sitios, los hermanos comenzaron la labor de reconstruir la Hermandad y el Santo Entierro. En 1813 se ubican en San Cayetano, donde permanecen hasta ahora, y al año siguiente ya sale de nuevo la procesión. Poco a poco irán encargando nuevos pasos, que sustituirán a los destruidos en la Guerra, obra de diferentes escultores aragoneses. La procesión recupera todo su antiguo esplendor y, en 1909, se convoca un concurso, impulsado por el Sindicato de Iniciativas de Aragón, para la renovación del Santo Entierro con el fin de darle mayor brillantez y fomentar la afluencia de forasteros en otra época diferente de las anuales fiestas del Pilar.

Los pasos eran llevados a hombros; en los varales de la peana, los labradores mayores y, en los laterales, los costaleros y mozos. Los cabeceros solían ser labradores o artesanos acomodados, siendo el cargo hereditario, y al finalizar la procesión eran los encargados de repartir a los fieles los ramos de olivo y de laurel que ornamentaban los pasos. A todos ellos se les llamaba terceroles, vestían túnicas negras ceñidas con un cíngulo también negro del que colgaban un pañuelo o sudario con el que se enjugaban el sudor. Durante la Segunda República no salió la procesión en los años 1932, 1933 y 1934; a partir de 1936, una huelga de los terceroles significó que muchos de los pasos se carrozaran poniendo ruedas. Diferentes asociaciones religiosas y grupos se ofrecieron a llevar los pasos y este fue el origen de la creación de las nuevas cofradías que fueron surgiendo a partir de 1937. Este hecho fue decisivo para nuestra Semana Santa y configuró el Santo Entierro actual, con su eclosión de hábitos y estilos diferentes.

Algunos elementos singulares

La procesión del Santo Entierro conserva algunos elementos que delatan su antigüedad y le dan un sabor que recuerda a los antiguos autos sacramentales. Abre la procesión la bandera negra de la Hermandad (de espectacular tamaño) acompañada de las campanas (que anuncian la llegada de la procesión) y las escalerillas que son atributos de la pasión. A continuación, desfila un grupo de personajes bíblicos del Antiguo Testamento: Abraham, Isaac, Aarón, Moisés, Melquisedec y David. Se pueden identificar por los atributos que portan, algunos son muy curiosos como el arpa del rey David que es del siglo XVIII. Tras ellos desfilan doce hombres y mujeres portando banderas del siglo XIX en representación de las Doce Tribus de Israel. Entre las Cofradías de la Entrada y de la Eucaristía desfilan los doce Apóstoles portando palmas y la Samaritana con su ánfora. Delante de la carroza del Santo Sepulcro van doce hombres portando unos enormes hachones de cera roja, representan a los Santos Padres que Jesucristo sacó del seno de Abraham. Aunque siguen luciendo vestiduras blancas, antiguamente adornaban sus cabezas con coronas doradas. Escoltando al Cristo de la Cama va la Guardia Romana, sección de la Sangre de Cristo de gran antigüedad, que ambienta históricamente el momento de la Pasión. Sus uniformes reproducen fielmente los de la legión romana VIII, que estuvo establecida en Cesaraugusta. Otros elementos y personajes se han ido perdiendo a lo largo del tiempo, como las doce Sibilas que eran representadas por doce niñas, los estandartes de las cuatro partes del mundo, que no participan por estar muy deteriorados, o el palio de respeto que desfilaba tras la carroza del Santo Sepulcro.

La carroza del Santo Sepulcro

El corazón de la procesión es la carroza del Santo Sepulcro donde reposa el Santo Cristo de la Cama. Esta querida imagen es la única que sobrevivió, como ya hemos comentado, a Los Sitios. Posteriormente se han ido incorporando a nuestra Semana Santa otras imágenes de mayor antigüedad pero que no fueron concebidas originalmente como procesionales. Se trata de una imagen articulada y de poco peso, ya que con ella se escenificó, hasta 1834, la ceremonia del Descendimiento de la Cruz. Por sus características artísticas se data alrededor de 1620 aunque no existe documentación que lo acredite ni se conozcan datos de su autoría. La Hermandad tenía en el Convento de San Francisco una rica cama de plata que no pudo rescatarse cuando fue volado durante los Sitios. La sustituyó una cama de madera que en 1855 se encontraba ya en muy mal estado, por lo que se solicitó un nuevo diseño al escultor Antonio Palao Marco quien la talló en 1856, ayudado en su realización por su discípulo Manuel Albareda Cantavilla. En cada uno de sus ángulos, hay esculpido el símbolo de un evangelista, y en el frente el emblema de la Hermandad. Sobre la cabeza del Cristo hay dos bellos ángeles llorosos que soportan una corona imperial. La colcha con la que se cubre el Cristo fue primorosamente bordada en 1858 en el taller de Vicente Cormano, hermano de la Sangre de Cristo. En 1935 fueron puestas las ruedas al paso y en 1942 se restauró todo el conjunto por Mariano Aladrén. Al año siguiente fueron incorporados al paso de la Oración en el Huerto los faroles que llevaba la Cama, sustituyéndolos por los que lleva en la actualidad. La carroza es portada por una sección específica denominada “De la Cama del Señor”, se distingue fácilmente a sus componentes por llevar la cara tapada. Este año de 2009, ha sido restaurada la carroza de nuevo por lo que lucirá espléndida el año en el que se ha conmemorado el bicentenario del rescate de la Imagen.

Durante el Jueves Santo (10 a 22 horas) y la mañana del Viernes Santo (9 a 11:45 horas), permanece abierta la Iglesia de San Cayetano. Allí se pueden contemplar los pasos que participarán en la procesión del Santo Entierro y venerar al Cristo de la Cama colocado en el “Monumento” siempre escoltado por dos Hermanos de la Sangre de Cristo y una pareja de la Guardia Romana.

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • marianofaci
    8 marzo, 2013 2:19 pm

    Aquel día de febrero de 1809 se salvó también el Crucifijo con el Cristo llamado «de la cárcel», que es el que está en la secristía de la real Capilla de Santa Isabel de Aragón, también conocida como iglesia de San Cayetano.

    Responder

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