La Semana Santa de Zaragoza, con una dilatada historia que hunde sus raíces en la Edad Media, añade a su profundo sentido religioso, un indudable valor histórico, cultural, folclórico y artístico. Las procesiones que tienen lugar durante nueve días, con unas peculiaridades y características que la diferencian de otras localidades, convierten a Zaragoza en un importante foco turístico durante esos días, un punto de encuentro para los visitantes procedentes de otras comunidades y de la propia región aragonesa.
Los Sitios que sufrió la ciudad por el ejército napoleónico en 1808 y 1809, de los que estamos conmemorando el Bicentenario, provocaron la pérdida de todos los pasos procesionales a excepción del Santo Cristo de la Cama. La Hermandad de la Sangre de Cristo realizó un gran esfuerzo durante el siglo XIX y principios de XX para encargar nuevos pasos que sustituirían a los perdidos. Para ello recurrió a escultores aragoneses o con taller en Zaragoza:
Tomás Llovet, José Alegre, Antonio y Carlos Palao o Francisco de Borja son algunos de sus nombres. A partir de 1937, las cofradías que se fundan completamente nuevas o surgen de asociaciones devotas más antiguas, se harán cargo de los pasos de la Sangre de Cristo y encargarán otros nuevos, pero ahora sin limitarse en sus encargos al ámbito aragonés. Todo ello ha configurado una colección de imágenes procesionales con estilos y características muy diversas. Entre estos artistas podemos destacar a la familia Albareda, José Bueno, Félix Burriel, Francisco Liza, Francisco Berlanga, Ricardo Flecha o J.A. Hernández Navarro entre otros. Por último, debemos mencionar que también se han ido incorporando imágenes que no fueron concebidas originalmente como procesionales.
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Entre ellas destaca especialmente el Ecce Homo, impresionante talla de finales del siglo XV, además de otras como el Cristo de la Agonía o el del Refugio.
En Zaragoza existen veinticuatro cofradías, cuyas advocaciones se refieren a todos los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Durante nueve días se pueden contemplar cincuenta procesiones, desde la del Pregón, el Sábado de Pasión, hasta la del Encuentro Glorioso el Domingo de Resurrección. El Jueves Santo es el día de mayor número de procesiones, con catorce. Entre todas, destaca la del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo, en la que participan todas las cofradías y pasos de Zaragoza y en la que se produce la mayor concentración de tambores en una procesión en España. Esta procesión de procesiones, de la que se tienen referencias desde 1525 , es organizada por la Hermandad de la Sangre de Cristo, y constituye un Vía Crucis completo de gran solemnidad y brillantez, con un largo recorrido que paraliza todo el centro de la ciudad.
Las procesiones de Zaragoza son austeras, serias y con una cuidada organización. La vestimenta de los cofrades se caracteriza por su uniformidad y corrección. Todas ellas reflejan un marcado sentimiento religioso y su carácter penitencial. Por otro lado, también es muy característica la diversidad de las cofradías, expresada claramente en la policromía de hábitos, y que se manifiesta en su diversidad de estilos y en sus diferentes formas de expresión.
El sonido del tambor y del bombo, introducido en 1940, es una de las peculiaridades de la Semana Santa zaragozana. La Cofradía de las Siete Palabras fue la pionera en traer a sus procesiones los toques tradicionales del Bajo Aragón que, más tarde, fueron introducidos en sus desfiles por el resto de las cofradías. Hoy en día, ha calado profundamente en el sentimiento de los zaragozanos hasta ser considerado, cada vez más, como una de sus señas de identidad. El momento final de la procesión está acompañado por los redobles más espectaculares donde las manos dejan paso al corazón y el cofrade vuelca toda su emoción despidiendo a sus pasos.
Pero además, otros sonidos acompañan a las procesiones, sonidos tan tradicionalmente aragoneses como el de la matraca o la carraca o tan universales en la Semana Santa española como el de los grupos de cornetas y tambores. La diversidad de las cofradías hace también posible escuchar algunos días la música de Banda a pesar de ser mucho menos frecuente en nuestra Comunidad. Por último, no podemos olvidar que el canto, en forma de Saeta o mucho más frecuentemente de Jota, nos emocionará en múltiples ocasiones.
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Seguir a las procesiones es visitar la Zaragoza monumental. El mudéjar, declarado Patrimonio de la Humanidad, de La Seo, La Aljafería o San Pablo; la Basílica del Pilar, la Basílica de Santa Engracia, las iglesias con torres mudéjares de San Gil, San Miguel o la Magdalena, o las de San Juan de los Panetes, de Santa Isabel de Portugal, el arco del Deán, la Lonja, las murallas romanas, los torreones de la Zuda o Fortea, el Puente de Piedra, la Puerta del Carmen, los palacios de Sástago, de los Condes de Morata, de Argillo, la Antigua Facultad de Medicina y Ciencias… son ejemplos de la arquitectura religiosa y civil de la ciudad junto a los que pasan las procesiones y que pueden ser contemplados por el público, tanto de día, como magníficamente iluminados por la noche.