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Ya lo decía esa gran escuela de la vida, los Simpson: “Los niños son el futuro”. Y es que los más pequeños de la casa asumen un papel cada vez más destacado en todos los ámbitos. Tanto es así, que la idiosincrasia publicitaria ha delimitado que sean ellos los que dicten las leyes del consumo a partir de ahora
Así lo determina un estudio desarrollado por la institución alemana Zukunftsinstitut, que establece diez categorías de niños desde el punto de vista del consumo. Tenemos a los “niños de Facebook”, a “los niños de papá”, a los “niños ecologistas”, a los “niños vanguardistas”, a los “niños de concurso”, a los “niños empollones”, a los “niños alborotadores”, a los “niños cool” y a las “niñas princesas”. Sin olvidar las “niñas coléricas”, consideradas como aquellas que representan una “nueva conciencia femenina, que se aceptan como lo que son y disfrutan jugando con las muñecas, pero también practicando el fútbol”, especifica el estudio.
¿Y la “niña de Rajoy”? Ridículo. Parece que la invasión de las “Señoras de Facebook” ha creado un precedente en la sociedad, que extrapola tendencias pasajeras a los ámbitos profesionales que, al fin y al cabo, marcan el desarrollo de un país. Y así nos va.
La cosa no queda ahí. Según el estudio, en los próximos años será cada vez más difícil distinguir la frontera que separa el consumo adulto del consumo infantil. ¡Pero si esto ya lleva pasando una década! Los niños acostumbran a tomar sus propias decisiones desde muy pequeños, lo que les hace generar un carácter más autónomo y ejercer una mayor influencia en sus padres.
A través de esta publicidad, se pretende dejar a un lado los prejuicios (¿?) y por supuesto, no sólo ganar a los niños como clientes, sino a los padres, que son los que pagan. La sociedad cambia y las estrategias de marketing deben adaptarse, aprovechándose del vacío legal existente pero, ¿hasta qué punto es moralmente lícito? ¿Serán estos niños el futuro? ¿Los que realmente arreglen el mundo?