Por siempre folky

No es ya nada raro que la gente me llame folky. De hecho hasta me estoy acostumbrando. La verdad, no sé por qué les extraña que lleve un disco de La Ronda de Boltaña en el coche. Para mí es incluso mejor que el chill out. Relax por los cuatro costados.

La música folk, la naturaleza, las montañas… Soy como Marta Alejandre tocando la guitarra de José Antonio Labordeta. Casi casi. Así que hoy, esta entrada (la última, y aprovecho también para despedirme; un besico a todos) va dedicado al monte. Porque me siento cual cervatillo saltando peña abajo. Y también a vosotros, piltrafillas de MaasZoom.

El Annapurna, el K2, el Himalaya, el Kilimanjaro, el Aneto, el Bisaurín, Covadonga, y un largo etc. Tranquilos, no he trepado ninguno de estos montes (más quisiera), pero me encantaría, si alguien se anima ya sabéis. No sé qué tendrán, ni La Ronda de Boltaña, ni la Val d’Echo, ni Os Chotos d’Embún, ni el palotiau de Sinués, ni los carnavales de Bielsa, ni el dance de Aínsa, la dulzaina, el chicotén y las gaitas. Pero tampoco sé qué es lo que tienen las mil y una montañas que me contemplan desde sus tres miles y más allá y me incitan a escalarlas hasta sus cimas.

Mi sueño siempre ha sido irme a vivir a algún mágico lugar del Pirineo, o mi pueblo, sin ir más lejos. Formar una familia y residir ahí todo el tiempo que pueda, eso sí, si puede ser dejando vacas, cerdos y ovejas a un lado, mejor. Siempre puedo crear un centro de información y documentación sobre naturaleza y Pirineo. De sueños también se vive, ¿no? 🙂

Por eso, y ya que todo el verano ha pasado, las fiestas de los pueblos no son más que pequeños recuerdos, y las rondallas dejarán de rondar mi mente por un tiempo, hoy declaro que seguiré siendo folky hasta que otra cultura me atrape. La morriña del Pirineo me atrapa, y espero ansiosamente la vuelta a esos parajes que tanto me emocionan, aunque sea para echarme unas migas rodeada de amigos y una buena chimenea.

Aunque parezca mentira, también adoro el rock de Platero y tú, el reggae y el ska. No todo iba a ser folk.

Y hablando de nuevo del folk, y en esta mi corta etapa blogera de GozaZaragoza, desde aquí me despido de las folkies de El Tranvía Verde, de la persona más despistada (y a la vez más inteligente) que había conocido en mucho tiempo, de la hija de Belloch que descubrió que la documentación le apasionaba más que a mí, del chico más perfecto, cordial, amable y trabajador y de los otros que no he tenido tiempo de conocer. Desde aquí chicos, seguid siendo vosotros. Yo seguiré siendo una folky.