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Hace falta una pasta especial para ser comercial, un talento innato que diferencia al genio vocacional de aquel que simplemente tiene oficio. Mi piso de unas cien viviendas es presa predilecta para vendedores de todos los pelajes y ya he visto desfilar por aquí a testigos de Jehová, evangélicos, círculo de lectores y otros muchos especimenes del ramo.
Las motos a vender son muchas: los de la religión tienen la Fe y a dios de su parte, es decir, la profunda convicción de que lo que dicen es cierto. Además no tienen que razonar; todo lo que dicen es cierto porque lo pone en la Biblia.
-¿Tu sabes que Jesús te ama?
-Hombre, yo es que creo que Jesús es un mito.
-Jesús es el hijo de Dios que vino a salvarnos.
-¿pero tu como estás tan seguro?
-Porque lo pone en la Biblia.
-Pero el contenido de la Biblia lo eligieron en Roma en el concilio de. . .
-Pero es que Jesús te ama.
Es el estilo “a piñón fijo”. Me gustaría ver las estadísticas de conversiones con éxito que tienen.
Los vendedores de libros son la cara opuesta. Gente que está ganándose los garbanzos como pueden y que son conscientes de que son unos pelmazos. A algunos incluso se les puede ver en los ojos un “perdóname pero te ha tocado”.
Luego están los que no sabes muy bien que te quieren vender. Esos son los peligrosos. Los que no van de cara, te lían, te prometen regalos e intentan meterse en casa. A esos hay que despedirlos de malas maneras y si se ponen tontos hay que amenazarles con un palo. Lo mas seguro que es sea alguna suerte de estafador y no un currante a comisión o fanático religioso.
Pero sin duda, el premio al carisma, al talento y a la cara de cemento armado son sin duda, las gitanas de la plaza del Pilar que ofrecen la suerte en forma de ramillete. Aquel que cometa la imprudencia de siquiera pararse ante a ellas, antes de que se de cuenta ya le estarán leyendo la mano para terminar con el gran final de pagarle “la voluntad”. Que de «voluntad» tiene poco; he llegado a ver como por todo el morro exigían mil pesetas en los tiempos de las pesetas. Ahora con lo que ha subido la vida tiemblo de pensar cuando pueden llegar a pedir.
Y claro, si uno se niega a ceder a tal atraco a mano armada, esto no es como el portazo en los morros. Aquí no puedes escapar de la furia calé.