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Jordi Pérez Colomé |
El autor de Obamaworld, especializado en cuestiones internacionales como la Primavera Árabe o la política de Estados Unidos, recibirá este jueves el Premio José Manuel Porquet.
Ha cubierto los entresijos de la Primavera Árabe así como todo lo concerniente a la política interior y exterior de EE.UU. y lo ha contado en su blog, Obamaworld, y en Twitter. Motivo por este trabajo, Jordi Pérez Colomé ha sido galardonado con el premio José Manuel Porquet que concede la Asociación de Periodistas de Aragón, en el marco del Congreso de Periodismo Digital de Huesca. Licenciado en Periodismo y Filología italiana, este barcelonés de 36 años es director de la revista El Ciervo, profesor en la Universidad Oberta de Catalunya, y además, ha escrito cuatro libros con el periodismo como asunto principal.
PREGUNTA: ¿Qué valoración hace del Premio?
RESPUESTA: Me hace una ilusión especial. Es un reconocimiento al trabajo que los periodistas podemos hacer al margen de medios tradicionales. Me gusta que un premio así pueda servir de ánimo a jóvenes que les gusta este oficio y no encuentran un hueco.
P: A la semana, ¿cuántas horas le dedica al blog?
R: Una media de 30. Es una parte básica de mi trabajo.
P: ¿Qué mueve a un periodista español a “infiltrarse” con la población estadounidense y vivir de cerca las primarias norteamericanas?
R: Las historias que llegan de Estados Unidos suelen ser de políticos, partidos y estrategias. Hay un espacio enorme para contar la implicación de la gente en una democracia tan sólida como la americana. Me interesaba esa labor, que está tan lejos de la política española. Aunque cuando viajo siempre busco eso: contar más cómo es y qué dice la gente de un país -hasta dónde sea posible-, más allá de lo que opinen sus políticos.
P: También ha seguido muy de cerca la primavera árabe, ¿cómo resumiría su trabajo en países como Egipto, Siria o Túnez?
R: Es similar. Voy a estos países a ver e informar sobre cómo vive la gente, no lo que ya sale en los medios. Eso no quiere decir que no esté atento a lo que pasa en los palacios, pero eso es algo que otros con más acceso ya cuentan mejor. En la prensa española hay espacio para dar ese tipo de historias, y también otras de contexto: dejar un poco de lado qué pasó ayer para contar qué debe saber el lector sobre un determinado hecho. La prueba es que me han dado un premio por hacerlo.
P: Los artículos que usted escribe, ¿tienen cabida en algún periódico en papel?
R: Imagino que sí. Unos cuantos han salido en El Observador, en Uruguay. Aunque los periódicos suelen tener ya más o menos bien cubiertas las secciones de internacional.
P: También ha escrito varios libros sobre periodismo, e imparte clases en la universidad. ¿Con qué faceta de todas en las que trabaja se siente más a gusto?
R: Por suerte, trabajo en lo que me gusta. Me siento a gusto como periodista, sin adjetivos: mi trabajo es ver y entender algo, y contarlo del modo más claro posible. Esa es toda mi preocupación. Por mi formación como filólogo, doy también mucha importancia a la redacción, a por qué usar una palabra y no otra. De eso doy clases.
P: El Ciervo es una revista casi de culto. Hablan de cultura, sociedad, con cierto tono de humor, pero sin dejar de ser serios. ¿Tienen un target definido?
R: No, y es un problema. El Ciervo es una revista con lectores de un carácter determinado, serios pero con sentido del humor. No están agrupados, sino que hay que buscarlos repartidos por ahí.
P: Según su opinión, ¿en qué situación se encuentra ahora mismo el periodismo tradicional?
R: El periodismo tradicional es el mismo que el moderno y el digital y todos. Solo cambian los instrumentos. A mí me gusta más escribir, pero sé que a veces una foto o un vídeo pueden ayudar. Si puedo y sé hacerlos, mejor. Hay un cierto aire de crisis, pero la mejor noticia es que está en nuestras manos dejarla atrás. Solo hay que hacer nuestro trabajo mejor. Es obvio que si las empresas pusieran más recursos, se podría hacer. Pero también es cierto que hace unos años, en época de abundancia, se podía hacer más y no siempre fue así. La gran suerte es que el periodismo no va a morir –es casi una necesidad humana saber qué le pasa al vecino–, pero el papel de los periodistas va a cambiar.
P: ¿Y qué novedades aporta el periodismo digital?
R: Es más ágil, independiente y variado. Es un medio más. En internet se hacen cosas que nunca antes se habían hecho: narración escrita en directo, relación cercana con el público, periodismo ciudadano serio, medios individuales. Pero eso no cambia lo esencial: es periodismo a secas.
P: Haciendo alusión a uno de sus libros, ¿realmente es tan difícil escribir claro?
R: Sí. Si fuera fácil, sería lo más habitual.
P: ¿Qué opinión le merece el denominado periodismo ciudadano?
R: Es un recurso más. Los periodistas no estamos en todas partes: porque no podemos o porque no nos dejan. Si el periodismo ciudadano puede ayudar, adelante. Es obvio que me fío más de Reuters que de un activista y que mis filtros van a ser distintos, pero no voy a obviar en mi trabajo lo que un ciudadano quiera contar con sus medios.
P: Utiliza Twitter como medio para estar informado, y también como herramienta para informar. ¿No cree que para mucha gente puede resultar difícil discernir entre la información veraz y la que no lo es?
R: Claro. Para eso estamos los periodistas. Siempre ha sido uno de nuestros trabajos. Antes los periodistas decidíamos que salía en un periódico o en un informativo. Lo demás no se sabía. Ahora se sabe todo -cualquier empresa, gobierno o sindicato tiene sus canales-, pero esa parte de nuestro trabajo es la misma: seleccionar y comprobar. Antes había poca información y ahora hay mucha. El público necesita que le facilitemos la vida y le digamos qué debe saber. Eso hago en twitter.
P: Por último, con la crisis que está viviendo el modelo periodístico, y la crisis económica que asola a medio mundo, ¿cuál cree que es el futuro de los medios de comunicación? Y más importante, ¿cuál cree que va a ser el futuro de los periodistas?
R: Vivir con una mala salud de hierro, como siempre. La leyenda del periodista dice que se trabaja bastante, sin horarios, entre pocos millonarios y muchos neuróticos. A estas alturas, no creo que cambie.