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José Luis Corral |
Nacido en Daroca hace 54 años, José Luis Corral Lafuente es catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza. Hombre polifacético, compagina su labor docente con la de investigador, historiador o escritor. Ha publicado más de 30 libros entre los que destacan sus 16 novelas históricas, que le han acercado al público de la calle, aunque no por ello menos exigente. En su opinión, su última novela, El Códice del peregrino, es la más factible de llevar al cine
PREGUNTA: Profesor, escritor, director de cursos, ponente en conferencias y congresos, investigador, tertuliano, pregonero… ¿cómo compagina todo para llegar con éxito a todas las facetas en las que trabaja?
RESPUESTA: Trabajando. En esta vida salvo uno o dos genios que hay en cada siglo, que como son genios no necesitan trabajar demasiado porque les viene la inspiración por obra y gracia de lo que sea, los demás tenemos que trabajar. No hay más.
P: Usted es catedrático de Historia Medieval y experto también en la Guerra de la Independencia, sobre la que ha publicado tres libros. ¿Qué otros periodos históricos le atraen?
R: En la universidad, por necesidades académicas y porque así está dividida la historia, nos tenemos que adscribir a un área determinada. Prehistoria, Historia antigua, medieval, moderna, contemporánea… Pero estos compartimentos condicionan mucho al historiador y le impiden ver otros periodos. Yo, por eso, procuro abrirme a todo, no solamente en mis novelas, sino también en mis trabajos de difusión histórica. Es la forma para que un historiador, si entiende lo que ha ocurrido antes y lo que ha ocurrido después, comprenda mejor su propio periodo. La Historia medieval es mi labor docente e investigadora, pero me interesan todos los periodos de la Historia.
“LA CASTA POLÍTICA SE HA ENQUISTADO EN SÍ MISMA Y SE REPRODUCE SISTEMÁTICAMENTE”
P: ¿Qué nos puede enseñar la Historia para vivir mejor el presente y tener la perspectiva de un futuro más positivo?
R: La Historia de los seres humanos tiene mucho más de negativo que de positivo. Pero, además de ser una materia académica y científica, la Historia sirve para la reflexión de lo que somos. Sin conocer nuestra Historia no sabemos lo que somos, ni de dónde venimos, ni cuáles son nuestras raíces y, en consecuencia, estamos un poco desorientados. Porque la Historia es la memoria colectiva, y cuando se pierde la memoria colectiva se pierden referencias fundamentales para entender dónde estamos. Para mí, la Historia es una disciplina interesantísima, imprescindible, y de reflexión. Sobre todo de reflexión.
P: En sus opiniones usted se muestra muy crítico con todos los políticos y poderes económicos. ¿Tiene solución la crisis actual? ¿Es solo económica?
R: Yo no soy economista, e imagino que tendrá solución. Pero tengo la impresión de que la clase política, a la que llamo ahora la casta política, se ha enquistado en sí misma y se reproduce sistemáticamente. Un político que deja de serlo, porque la gente no le vota, es nombrado automáticamente para un cargo en el partido, en la Administración o en una gran empresa. Ahí tenemos a Felipe González, José María Aznar o Eduardo Zaplana, que han acabado su carrera política, pero continúan con unos sueldos estratosféricos en empresas privadas. Es decir, que hay una alianza de facto evidente entre los poderes económicos más importantes con los que han ostentado el poder político en las Administraciones democráticas. Y eso, es perverso.
La gente va a votar y luego te encuentras con que lo que has votado no sirve absolutamente para nada. Y, ¿qué se puede hacer para solucionar todo esto? Que la gente estudie, reflexione, piense, que se entere y se preocupe de las cosas, de la cultura, de la educación, y por la política de verdad. Hay que ir concienciando a la gente de que el poder es del pueblo, que el poder es de la gente.
P: Como historiador e investigador, ¿qué opinión le merece el Diccionario Biográfico Español?
R: Me parece que la Real Academia de la Historia es una auténtica vergüenza. Es una caverna de gente a los que nombraron en su día durante el Franquismo, y como los académicos eligen a los académicos, y a éstos los eligió el Franquismo, esos franquistas siguen eligiendo franquistas. Me parece que no sirve para nada, es un desprestigio absoluto y una auténtica vergüenza.
P: Su último libro, El códice del peregrino, aparte de la época y el lugar, ¿tiene algo más de cierto?
R: Sí. La novela tiene tres tramas. La trama de la genealogía de Jesucristo, que está basada en textos históricos, eclesiásticos y religiosos. Y esos textos evidentemente están ahí y el análisis que hago de ellos en la novela, aunque lo ponga en boca de unos protagonistas novelescos, es un análisis casi historiográfico. Luego hay una segunda trama que es la de las reliquias de Santiago, en torno a los orígenes del santuario y la gestación de ese libro que es el Códice Calixtinus en el siglo XII. Y la tercera, es la policíaca basada en el robo en el mes de julio del año 2011. Una trama que está enraizada, lógicamente, en el tráfico internacional de obras de arte y antigüedades. Es una novela multigénero. Tiene parte de novela histórica, de novela policíaca, de thriller histórico, de misterio…
“YO CREO QUE JESÚS ES UNO DE LOS MUCHOS HIJOS QUE TUVO EL REY HERODES”
P: Ciertos sectores de la sociedad le han tachado de blasfemar con la tesis que sostiene en la novela sobre el verdadero padre de Jesús… El rey Herodes según usted.
R: Ya había gente que había supuesto esa posibilidad antes que yo. Pero yo lo he deducido a partir de los propios evangelios, y a partir de un análisis historiográfico. Y es por tanto una hipótesis de trabajo. No hay ningún documento que lo diga, por supuesto. Pero mi pregunta es por qué Poncio Pilatos se lava las manos y dice que eso es una cosa de los judíos y por qué ordena colocar encima de la cruz la inscripción “Jesús Nazareno, rey de los judíos”, la famosa abreviatura INRI que hemos leído todos en plan simplón. Herodes, el Grande, fue rey de los judíos, murió en el año cuarto antes de la era. Jesucristo nació, no en el año uno, sino seguramente en el año 6 o 7 antes de la era. Hay un error de cronología en el nacimiento de Jesucristo, un mal cálculo. Yo creo que es uno de los muchos hijos que tuvo el rey Herodes, el Grande, rey de los judíos.
P: Jesús de Nazaret, divinizado por todos los cristianos y desprestigiado por todos los que no lo son. ¿Hay algún texto en el que se cuente su vida tal y como fue, y no como unos u otros la cuentan?
R: No. Ningún texto cuenta la vida real de nadie. Las crónicas, las biografías, las autobiografías, están todas condicionadas por distintas pasiones. Incluso aquellos que hacen unas biografías lo más asépticas posibles, no dejan de poner en esa biografía su ideología. En el caso de Jesús, mucho más. La mayor parte de los que han hecho biografías de Jesús son historiadores de perfil católico, que se reconocen católicos, y en consecuencia parten de un prejuicio, en el sentido literal de la palabra. Es decir, que Jesús fue hijo de Dios, que Jesús fue Dios mismo hecho hombre en la Tierra y que, por tanto, eso es un dogma de fe, incontrovertible, y por lo que ya no hay más que discutir.
Y los hay que lo han hecho desde un escepticismo de carácter ateo, y por lo tanto también con el prejuicio de que Jesús no podía ser hijo de Dios porque Dios no existe. Yo lo que he hecho en esta novela, que es una obra de ficción, es poner en boca de una de las protagonistas, un análisis historiográfico que está ahí, y que no renuncio a plasmarlo algún día en un libro de ensayo.
“HE VISTO DEMOLER IGLESIAS Y PALACIOS CON EL BENEPLÁCITO DE UN AYUNTAMIENTO”
P: Tras el robo del Códice queda en evidencia que estas obras deberían estar mejor protegidas, como ocurre con algunos restos arqueológicos, las pinturas rupestres…
R: La protección de nuestro patrimonio requiere de mucha inversión económica, que no hay en nuestro país. Todos los días están robando obras de arte. Yo creo que hay una medida que es la educación de la gente, para que sea la propia defensora de su patrimonio. Porque nos rasgamos las vestiduras cuando roban obras de arte, pero yo he visto demoler iglesias, palacios, casas nobles, yacimientos arqueológicos… A veces con el beneplácito de un Ayuntamiento, de la Diputación, del Gobierno, etc. Igual que ocurrió cuando se cubrió de forma totalmente miserable el yacimiento del Paseo de la Independencia de Zaragoza. Muy poca gente protestamos, y estamos hablando de un barrio entero del siglo XI, con la base fundacional de una iglesia románica que nunca se llegó a construir del todo. Un patrimonio fundamental para la Historia de Zaragoza, y que ahí está, tapado miserablemente.
P: A la hora de enfrentarse a la tarea de escribir una novela, ¿se documenta sobre la época y escribe los hechos novelescos, o lo hace al revés?
R: Normalmente escribo sobre lo que me apetece y sobre lo que me gusta, y creo que ese es el camino. Quizá en El Códice del peregrino lo que hubo fue un flechazo. Se cometió el robo y ese mismo día me puse a escribir compulsivamente la novela. Pero lo que hago habitualmente es seleccionar un tema que me guste, que me atrape y que tenga interés para mí. Luego si tiene interés para el lector pues muchísimo mejor. Si te encuentras a gusto en un trabajo, en este caso en el trabajo de creación literaria, yo creo que lo harás mucho mejor que si lo haces de encargo. Si es un trabajo de encargo y tienes oficio, buena pulsión literaria, y buen tacto para escribir, lo harás más o menos bien, pero no deja de ser una faena de aliño. Por eso, yo procuro hacer novelas que me gusten, que me atraigan y que me apasionen, y luego procuro transmitirlo a los lectores. Si bien, cada lector es un mundo y opina lo que quiere al respecto, evidentemente.
P: Algunos de sus últimos libros como, Fulcanelli, el dueño del secreto; Fátima, el enigma de las apariciones; y El Códice del peregrino son novelas históricas, pero con tintes de misterio. Se nota que se siente a gusto en ese género, ¿estará también su siguiente obra impregnada de intriga?
R: Pues a excepción de estas tres, yo planteaba mis novelas con un resultado histórico evidente. Es decir, que eran novelas previsibles en el final. Lógicamente, en Numancia ganan los romanos, El Cid conquista Valencia… Ahora bien, cuando escribí El Códice del peregrino me cambió por completo mi forma de trabajar. Normalmente, elegía el tema, lo investigaba y lo desarrollaba, pero con El Códice del peregrino cambié todo. Dejé a un lado lo que estaba haciendo, me sumergí en la escritura de la novela y en la documentación a la vez. Así que no sé qué haré a partir de ahora. Yo estaba escribiendo una novela sobre el siglo XVI, a la que voy a volver. Pero a lo mejor cuando esté a punto de acabarla, que me queda poco, aparece otra cosa y se me va la cabeza allí. Porque lo que me ha pasado con El Códice del peregrino, ha hecho que cambie un poco mi forma de plantear futuros trabajos.
“EL ESCRITOR LO QUE QUIERE ES QUE LEAN SUS NOVELAS, Y EL QUE DIGA LO CONTRARIO MIENTE”
P: El cambio de editorial, de Edhasa a Planeta, ¿es por lograr un mayor número de lectores, por una mejor distribución?
R: En realidad sigo estando en Edhasa, porque siguen publicando cosas mías, siguen reeditando mis libros, evidentemente yo sigo siendo un autor de Edhasa, del catálogo de autores no me han quitado. El cambio a Planeta, hace un año más o menos, con La prisionera de Roma, primero, y ahora con El Códice del peregrino, no deja de ser una renovación, más que un cambio profundo. Una renovación en mi carrera literaria, porque con Edhasa ya había publicado 14 novelas y cuatro o cinco libros de ensayo. Me encuentro igual de a gusto en Edhasa que en Planeta.
Bien es verdad que Planeta tiene unos canales de difusión mayores, llega a más puntos de venta, el impacto es mayor, y el lector, obviamente, busca lo que le gusta, pero el autor busca lectores. A veces me sorprende que haya escritores, a los que llaman de culto, que dicen que se conforman con tener 500 lectores. Quien dice eso miente. Porque el escritor lo que quiere es que el lector lea sus novelas. Y el que diga lo contrario es que está mintiendo y engañando. Yo lo que quiero es que la gente lea mis novelas, cuantos más mejor. Hombre, si encima las compran es estupendo. Pero no hace falta comprar una novela para leerla. La gente que, cometiendo un delito, se baja las cosas de internet, en este caso una novela, mal fotocopiada o mal escaneada pudiendo cogerla gratis en una biblioteca pública, a mi es que me deja absolutamente asombrado.
¿Por qué la gente no va a las bibliotecas a leer libros? Es mucho más cómodo ir a una biblioteca, estar en el ambiente, ver en las estanterías las novelas que te interesan, que estar haciendo el tonto con un ordenador y bajándote novelas, torpedeando la creación literaria, o la artística, o la música, o cualquier otra actividad. Me parece absurdo. Pero bueno, la condición humana es así de absurda a veces.
P: En una sociedad en la que los best-sellers de novela histórica provienen en su mayoría de EE.UU., ¿cómo sobrevive un producto hecho en España?
R: España es un país extraño, porque no apreciamos lo nuestro hasta que lo perdemos. Ya lo dice una de mis protagonistas de El Códice del peregrino. Aquí solo apreciamos a los deportistas, que son ídolos absolutamente exagerados, en mi opinión. Tenemos extraordinarios investigadores, científicos o escritores a los que no se aprecia. En el caso de la novela histórica, por ejemplo, tenemos en España más de media docena de autores que estarían sin duda entre los mejores del mundo.
Me refiero, por citar algunos nombres, a Juan Eslava Galán, José Calvo Poyato, Jesús Maeso de la Torre, Toti Martínez de Lezea, Margarita Torres, Santiago Postiguillo o José Manuel García Marín, entre otros. Son autores que están al nivel de cualquier gran best-seller europeo. Pero claro, si te llamas Juan Pérez López, parece que eres menos autor y menos importante que si te llamas John Hamilton Carter. Es que somos así de raros en este país.
P: ¿Qué han conseguido los escritores de la Comunidad con la creación de la Asociación Aragonesa de Escritores? De la que es fundador y presidente.
R: Esto fue una aventura estupenda, que nació en Daroca en el mes de junio del año 2003, donde fundamos la asociación con alrededor de 80 escritores. Ahora somos ya, entre socios de número y socios simpatizantes 350, que para Aragón es una barbaridad. Lo que a mí me gustaría es que estuvieran algunos autores que no están en la asociación, o que estuvieron pero se han marchado. Porque yo creo que esta asociación es una asociación de todos.
He procurado que fuera una asociación de todos, democrática, participativa, con reparto del juego para todos… Y hemos hecho una potenciación de la creación literaria y una difusión de la literatura en Aragón tremenda. Este año, con un presupuesto que no supera los 50.000 euros, además de mantener una sede estable y permanente, hemos hecho unas 500 actividades. Hemos publicado revistas, concursos, premios, ciclos, hemos estado en la Feria del Libro… y sin la asociación, todo esto no se hubiera hecho.
P: ¿Cómo es el trabajo de asesoramiento histórico para una película como 1492? Máxime con Ridley Scott como director.
R: Cuando me llamaron para que hiciera de asesor histórico, hace ya más de 20 años, a mí me pareció normal. Yo era un joven insensato y probablemente por eso lo vi tan normal. Estuve varios meses ahí, detrás de la cámara de Ridley Scott, y hablando con él… Y ahora recuerdo conversaciones con Gérard Depardieu, que hacía de Colón en la película, o con Sigourney Weaver, que hizo de Isabel, la Católica, que me preguntaba cómo se movía la reina, cómo era, cómo se confesaba, por ejemplo. Ahora, con la perspectiva del tiempo, me parece asombroso haber estado con aquellos gigantes del cine.
De todos modos, un asesor histórico de una película lo tiene muy complicado. Porque una película tiene unos condicionantes económicos que no tiene una novela. En una novela puedo poner que hay 50.000 personas asaltando una fortaleza, pero el productor de la película no puede poner a tanta gente porque se arruina. Y, en este sentido, Ridley Scott me preguntaba, en algunas cosas me hacía caso, y en otras era el productor el que me echaba un poco la bronca para evitar parar el rodaje. Fue una experiencia que ahora, vista con el tiempo, fue muy importante e interesante.
”EL CÓDICE DEL PEREGRINO TIENE UN RITMO FRENÉTICO, MUY CINEMATOGRÁFICO”
P: Una de sus novelas, ¡Independencia!, de la que co-escribió el guión junto a Michel Gaztambide, estuvo a punto de llevarse al cine. ¿Es su novela más cinematográfica? ¿Qué otras tendrían un buen traslado a la pantalla grande?
R: Yo creo que mi novela más cinematográfica es esta última, El Códice del peregrino. Además, es que es la más fácil de llevar al cine por una razón, y es que no requiere de unos gastos de producción tan descomunales como requieren las demás. Llevar al cine, por ejemplo, El Cid, requeriría unos gastos de producción tremendos, con las batallas, caballos, soldados, armaduras, equipo militar, castillos, recreación de ciudades medievales… Pero esta última sí que puede ser llevada al cine o a una mini serie de televisión de estas de tres o cuatro capítulos. Primero, porque tiene ese ritmo de haber sido escrita en cinco meses, muy frenético, lo cual le da un aspecto muy cinematográfico. Además está muy de actualidad, y contiene elementos de misterio, con un resultado final muy contundente.
P: Ha escrito ya 16 novelas. ¿De cuál está más satisfecho?
R: Satisfecho de todas. Cada una es hija de su tiempo, de su año y de su periodo. Pero hay una que me costó mucho escribir que fue El amuleto de bronce, la epopeya de Gengis Kan, mi segunda novela. El personaje era muy comprometido, el territorio a explorar era complejo, en Asia central y Mongolia, en los años 90 había problemas de todo tipo. Y, sobre todo, porque las lenguas en las que están escritas algunas crónicas sobre Gengis Kan son lenguas como el oigur, el chino, el persa, el pastún… que no son accesibles. Por eso estoy contento de todas mis novelas por igual. Pero sí, es la novela a la que le tengo cierta querencia, porque me costó mucho escribirla, y porque fue muy complicado poner en orden las batallas, las guerras, los paisajes, y la biografía de este personaje tan controvertido.